Por María a Jesús, dice la Teología. Ha presentado Leonardo Fernández un cartel para la Cofradía del Santo Traslado y Soledad de San Pablo pleno de religiosidad popular al mismo tiempo que,  aprovechando -parodiando- que el Guadalmedina pasa, a pedir de mano, henchido de malagueñismo.

El cartel es una lección de Teología. Teología de la que entiende el Pueblo -con mayúscula- llano. De la Dolorosa transida de pena la torre de la iglesia de San Pablo es el instrumento que lleva a un Cristo de rostro dormido -no atormentado con el sufrir de la muerte- y que se ofrece como reposo para el penitente al final del camino.

Y, en medio, la luminosidad de la cruz. Cruz divina, cruz sublime, símbolo del cristiano. Resumen y meta, precisamente anunciado en el mensaje del apóstol Pablo. Ya saben, aquello “un sólo Señor, una sola fe, un solo Dios y Padre” que es el que el pintor refleja, orlado por un sudario que pende de la cruz imaginaria.

El cartel es, también, un canto a Málaga. A la Málaga cofrade que cuenta los días para que la Trinidad sea, un año más, una Jerusalem de este lado del Mediterráneo y, en las que sobresalen -contrastes de penumbras- las torres emblemáticas de la Catedral y de San Juan.

Es un cartel, si me apuran, de los de antes. Juega el pintor con colores suaves, dulces, placenteros como quien anuncia un momento sublime, como quien viene a decir y dice que “la muerte no es el final del camino porque Tú nos has llevado a la luz”. Luz que se irradia, también, desde el lienzo.

Acierta, una vez más de pleno el artista malagueño. Nos lleva de la mano de su hondo conocimiento del mundo cofradiero. Del que lo ha vivido de niño y lo pregona de grande, y nos viene a decir que por María -Soledad de San Pablo en este caso- siempre, siempre se va a Jesús. Gracias, Maestro.

José Morales