Andaluz de nacimiento, Leonardo Fernández me ha hecho sentir por momentos niño, recordando el pasado, pasando página a nuestras vidas y enviándonos un diálogo de la suya propia.

Reviviendo el paso del tiempo, recordaba los momentos infantiles que tuve con mi abuela, así como el tic-tac del reloj que cada mañana sonaba para que mi padre se levantara para ir al trabajo y levantarme para ir al colegio. Recordar aquel tocador donde mi abuela tenía unas joyas o algo parecido. Por momentos llegué a recordar siendo más adulto los tiempos felices de hacer cine en paso 8 y después super 8 cuando el video era una quimera, o visionar en nuestro proyector las películas que hacíamos con toda ilusión, montando bobinas en mudo y posteriormente aplicando una banda. Podías hacer el sonoro, visionándolas y pasando momentos inolvidables.

¿Quién no recuerda los candiles de petróleo de la época o aquel grifo de agua que nunca se ajustaba y siempre goteaba?

Todos esos valores ha sido posible que regresen a mi mente gracias a Leonardo Fernández, que me lo ha puesto muy fácil.

Una temática muy original puesta al alcance de todos, un realismo muy bien detallado, sin fisuras, con una técnica muy precisa y minuciosa, no dejando espacios para la improvisación, donde todo es un todo y el cuadro no es cansino para quien goza verlo. Puede pasar de un pasado vivido a un presente pasado, puede revivir un presente convirtiéndolo en un pasado, todo reflejado en sus telas y deben ser interpretadas como el mensaje que emite su vida.

Sinceridad, honestidad, añoranza de los tiempos pasados, Leonardo Fernández así nos lo hace saber, sin explicarlo, sólo colgándolos en las paredes para que entendamos su mensaje. Buena conversación la sostenida.